Más de 17 millones de personas vieron el inicio de la octava temporada de Juego de Tronos, es lo que se llama un éxito de serie en televisión estos días. Pero parece que la reacción de los fans no es la esperada para una serie con tanto éxito en las temporadas pasadas.
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No es solo un malo storytelling—es porque el estilo de narración cambió de sociológico a psicológico
De hecho, la serie empeoró en esta última temporada, pero las razones van más allá de lo habitual: nuevos escritores, temporada más corta, demasiados agujeros en la trama, etc. No es que no sean verdad, pero esto son cambios superficiales. En efecto, el descontento con la última temporada de Juego de Tronos deja entrever una realidad mucho peor: no sabemos contar historias sociológicas.
Juego de Tronos ha sido una rareza, como lo es un dragón en el Desembarco del Rey: desenvolvía una narración sociológica e institucional en un medio dominado por la psicológico y lo individual. Esta forma de narración estructural en la serie duró mientras las temporadas estaban basadas en las novelas de George R. R. Martin, quién parecía que se especializaba en tener personajes que evolucionan respondiendo a estímulos de los entornos institucionales más amplios, los incentivos y las normas que los rodean.
Sin embargo, cuando la serie se adelanta a la novela, los showrunners (o autores-productores) David Benioff y D. B. Weiss cogen las riendas de Juego de Tronos. En un principio parecía que el dúo cambió la narrativa para adaptarse a la forma de hacer de Hollywood o para acelerar las cosas. Esto es poco probable. De hecho, seguramente el autor original les dió unos puntos narrativos a seguir. Lo que hicieron fue algo diferente, pero fundamental: Benioff y Weiss desvían el camino narrativo de lo sociológico y lo cambian a lo psicológico. Esta es la forma principal, y generalmente única, en la que Hollywood y la mayoría de escritores en televisión cuentan historias.
No sabemos contar historias sociológicas
Esto tiene mucho que ver con la forma en la que tratamos el mundo y los problemas que nos encontramos.
Si por ahora nos centramos en Juego de Tronos, podemos fijarnos en la abundancia de agujeros en las tramas. Los dragones, por ejemplo, pasan de ser indestructibles a vulnerables de un episodio a otro. Y cuesta un poco de creer que Jaime Lannister acabe en la misma cueva en una orilla tan vasta como la del Desembarco del Rey en el momento exacto que Euron Greyjoy llega nadando hasta ese mismo punto desde su barco hundido. ¡Que conveniente!
Pero esto es superficial. Para Benioff y Weiss, tratar de continuar lo que Juego de Tronos había empezado era impossible. Hollywood, más que nada sabe explicar historias psicológicas e individuales. No tienen las herramientas necesarias para narrar historias sociológicas, ni siquiera parecen entenderlo.
Daenerys hace a King’s Landing lo que Benioff y Weiss han hecho con la narración de Juego de Tronos.
Para entender este cambio de estilo narrativo, vamos a preguntarnos: ¿Qué ha hecho que Juego de Tronos destaque por encima de muchas otras series en esta era (la Segunda Era de Oro de la Televisión)?
De entrada, una pista ya nos la da la voluntad de matar a los personajes principales con frecuencia, pero sin perder el hilo de la historia. Los programas de televisión que se basan en la narrativa psicológica rara vez lo hacen porque dependen de que los espectadores se identifiquen con los personajes para llevar la historia, en lugar de ver la sociedad, las instituciones y las normas con las que se interactúa. Simplemente, no pueden matar a los personajes principales porque son las herramientas clave con las que están construyendo la historia y se utilizan como ganchos para mantener a los espectadores.
Dada la escasez de narrativas sociológicas en la ficción y en la televisión, este enfoque resonó claramente con una gran base de fans que se aferró al programa.
En la narración sociológica, los personajes tienen historias personales y una agenda, por supuesto, pero también están muy influenciados por las instituciones y los eventos que los rodean. Los incentivos para el comportamiento de los personajes provienen notablemente de estas fuerzas externas, e incluso influyen fuertemente en su vida interior.
El modo demasiado personal de narración o análisis (como es la narración psicológica) nos deja sin una comprensión más profunda de los acontecimientos y la historia.
Debemos tener en cuenta que nosotros tenemos un sesgo por el individuo en la interpretación de nuestra vida cotidiana y el comportamiento de los demás. Tendemos a buscar explicaciones internas y psicológicas para el comportamiento de quienes nos rodean mientras hacemos excusas situacionales para nosotros mismos. Esta es una forma tan común de ver el mundo que los psicólogos sociales tienen una palabra: el error de atribución fundamental.
Cuando alguien nos perjudica o nos daña, tendemos a pensar que son malos, se equivocan o son egoístas: una explicación personalizada. Pero cuando somos nosotros los que lo hacemos, somos mejores al reconocer las presiones externas que dan forma a nuestras acciones: una comprensión de la situación. Por ejemplo, si tratas mal a un compañero de trabajo, puedes racionalizar tu comportamiento al recordar que tuviste dificultades para dormir la noche anterior. No eres malo, ¡solo estás estresado! Sin embargo, es más probable que el compañero de trabajo que te trate mal a ti, sea interpretado como una persona maleducada, sin pasar por el mismo tipo de racionalización. Esto es conveniente para nuestra tranquilidad. Sabemos lo que nos presiona a nosotros, pero no necesariamente lo que puede presionar a otros.
Esta tensión entre las historias y los deseos internos, las presiones externas, las instituciones, las normas y los eventos fue exactamente lo que Juego de Tronos nos mostró en sus personajes, creando muchos hilos de psicología para muchos de sus personajes pero también un comportamiento que no era ni santo ni completamente malo en un momento dado. Era algo más: se podía llegar a entender por qué los personajes que cometían actos malvados, hacían lo que hacían y cómo los incentivos afectaban el comportamiento. Esta complejidad lo hizo mucho más rico que otras series, donde el bien lucha contra el mal.